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Solía contarte mis pesadillas, mis peores temores, los más profundos. Te hablaba de ellos como si los conocieras, sus nombres, sus formas y ese oscuro deseo que se escondía detrás de cada uno de ellos de no seguir aquí, al menos no en esta vida. Algunas veces escuchabas atenta, sin decir una palabra me tomabas en brazos hasta que el llanto se acumulaba en mi garganta y no podía seguir. Con el tiempo esos temores me han susurrado su nombre, llenos de dolor y de amargas despedidas que jamás hemos podido decir. Existen ahora esos silencios insalvables que dividen el espacio como cuchillas hasta volverlo estéril, inhabitable; las voces sin embargo emigran a zonas inalcanzables con ese nombre a flor de piel entre la hora de dormir y el delirio. Y así voy con tu nombre en un corazón por piedra  a los rincones del sueño diurno y la zozobra, llevando largas disculpas a cuestas para cubrirte del frío mientras la incertidumbre se echa en mi regazo y me cuenta un cuento de tiempos mejor

nocturna

Preparo un té contra mi insomnio, se supone que debería beberlo caliente, alejará las pesadillas, traerá el sueño reparador a mi almohada; arriba, en círculos, vuela una mosca haciendo un ruido insoportable, yo de nuevo, por el teléfono, escucho el mismo silencio taladrando mi paciencia, la mosca zumba y sigue en su danza frenética, ya no puedo soportar, necesito descansar, ese era el plan desde un inicio ¿recuerdas? Dormir! Sin desesperación pero ¿dónde está mi paciencia? Aquí traspasada por un zumbido y un silencio y más mentiras y mas y Mas y MAs y MAS El té sobre la mesa está frío, no puedo beberlo, hay una mosca ahogada, probablemente dormida en el sueño más profundo y pacífico que pudiera desear... MB

Supongamos

Supongamos que no te conozco, que esta vez cruzas la habitación de largo sin reparar si quiera en mi presencia y ese momento de empatía anímica no sucede jamás; en esta escena yo no te miro a los ojos y tu núnca te percatas de mi llanto, del aroma del perfume que tenía impregnado en el cabello ni yo caigo en cuenta de tu sonrisa. Así de fácil como se escribe evitamos ya un encuentro fortuito, entre miles de situaciones llevandose a cabo simultaneas, las posibilidades en esa noche como hoy eran infinitas.
III Yo nunca supe amar a medias...ese momento de delicia en que todo se desvanece para dar paso a lo etéreo, decir te quiero como quien tira un centavo . Caminando los he encontrado, bajo un árbol, entre el pasto, junto a una mierda. Todos esos "te quiero" sucios y perdidos, por que nadie los necesita, ya nadie los compra; da lo mismo que se te salgan del bolsillo al tomar el cambio para un boleto del metro. Mendigando en algún lugar desconocido alguien pudiera estar necesitándolos, pidiendo que se le calme el alma y el sueño. Que no daría yo por conocerle...sacaría entonces de la bolsa uno a uno todos los que tengo, los que tiraste...en esos labios secos los iría dejando hasta que pudiera llorar de nuevo. Limpia, puramente llorar y no más. -Muchas gracias- -te quiero- -yo también- Al irte lo olvidas, se ha quedado bajo un zapato, en un charco, en una pila de envoltorios vacíos...

II

No es que yo niegue mi edad, simplemente a veces me parece increíble haber pasado tantos años por alto, viviendo en el cuerpo de “no sé quien” y andando un camino trazado con las precauciones propias para evitar tropiezos; los psiquiatras piensan que es un mal medicable sentirse ajeno a sí mismo, y lo piensan y lo tratan, lo recetan y prescriben con la esperanza de que se solucione a largo plazo, como si se tratase de una infección viral. Cuando los efectos no son los deseados las dosis aumentan, las miradas se vuelven extrañas y la esperanza de eliminar tal virus se vuelve menor. Comprendes entonces que es una manía de la edad, mientes al respecto y se acaban las terapias, los doctores te felicitan y alaban tus progresos…nunca me resultó difícil saber mis problemas, buscar una solución sin embargo era aún más complejo. El tenía el miedo propio de la inocencia, un aire de tristeza infinita y la sonrisa tímida que brotaba como el agua cristalina a la menor provocación de mi mirada, ign

Aún no reconozco

Conosco esa mirada de triunfo cuando divertido ves como no me resisto a besarte, tus ojos brillan entonces con un fulgor incomparable que no ocultan tu orgullo de saberte deseado, como en tantas ocasiones otras te han deseado, como otras tantas te han recibido con los labios abiertos, pero son mis ojos que me miran a través de tus pupilas oscuras y soy yo misma en ese goce de amarte que me descubro por un instante dichosa...
No tengo idea de como llamar el texto que a continuación les comparto, la verdad es que soy muy mala buscando títulos, pero espero que aún así disfruten esta nueva faceta del blog y publiquen sus opiniones e inquietudes. Un beso a todos. INTRODUCCIÓN La vida había avanzado tan vertiginosamente en este último año, que apenas si había logrado ponerme de pie para observar como pasaba desde el borde de mis ojos girando alrededor como una vieja película que me atravesara de polo a polo; todo había cambiado radicalmente y sin avisar, las circunstancias solo se habían presentado como es debido, instalándose por todos los lugares que yo frecuentaba, y era esta sensación tan extraña de estar inmersa en una puesta en escena la que me obligaba a mi misma a tomar acción y asumir el personaje correspondiente. Me llevó tiempo entender  que el estar fuera o dentro de ella no era una cuestión de posición obligada, si no de decisión, y yo decidí mantenerme al margen, dejar de dolerme los d